Ganímedes ya dio su paseo. Ya regresó. Ya conoció.
Y brilla más que nunca. Y llora y rie más que siempre.
Ganímedes decidió volver a su sitio a contar todo lo que sus ojos habían visto. Decidió que Júpiter era un precioso planeta y que sería maravilloso poder conversar con él y el resto de lunas. Siempre, por otro lado, entre olivos. Pero, "lo cierto es, que si no compartes esos momentos, parece que no los hayas vivido".
Ganímedes leyó una vez las siguientes palabras: <<"que esos versos no eran para los demás" mira tú que salida, como si se pudiera escribir para nadie (...) si las palabras no se las dices a alguien no son nada, botarate, como ruidos, a ver, o como garabatos, tú dirás>> y Ganímedes estuvo de acuerdo.
Y brilla más que nunca. Y llora y rie más que siempre.
Ganímedes decidió volver a su sitio a contar todo lo que sus ojos habían visto. Decidió que Júpiter era un precioso planeta y que sería maravilloso poder conversar con él y el resto de lunas. Siempre, por otro lado, entre olivos. Pero, "lo cierto es, que si no compartes esos momentos, parece que no los hayas vivido".
Ganímedes leyó una vez las siguientes palabras: <<"que esos versos no eran para los demás" mira tú que salida, como si se pudiera escribir para nadie (...) si las palabras no se las dices a alguien no son nada, botarate, como ruidos, a ver, o como garabatos, tú dirás>> y Ganímedes estuvo de acuerdo.